La vida era, hasta diciembre 2019, aparentemente muy
sencilla. Teníamos una casa para vivir, o más bien para
dormir; salíamos corriendo por las mañanas, volvíamos lo
más tarde posible; y vivíamos entre estrés, prisa, glamour y
vida social, llenos de compromisos de trabajo, comunidad,
familia y amigos. Por todo ello, nuestro atuendo diario
para salir debía contener los aditamentos necesarios
para cubrir todas esas largas rutinas: ropa de gimnasio,
maquillajes, traje para las juntas, vestidos de fiesta para
eventos, abrigos para salir tarde de un evento, y ropa para
viajes (que obviamente todos queríamos estar fuera la
mayor parte del tiempo).
Hoy, nos amanecemos con un 2020 que nos presenta un
reto: ¿cómo estar 24 horas, 7 días de la semana, en casa?
Al principio, la idea fue aterradora, pero eventualmente a todo nos vamos adaptando los seres humanos. Para estar en casa, usamos una indumentaria distinta: pijamas, pants, playeras, shorts, sandalias, tenis. Nuestro gimnasio está en la sala, nuestro restaurante es el comedor, y de pronto, la vida cambio. La mente procesa esta nueva realidad, y descubrimos que nuestro cuerpo está más cómodo en casa. El estrés es menor, las reuniones se hacen por Zoom, los cursos y actividades en la computadora o en el celular, los tráficos vehiculares desaparecieron, y el famoso “home office” se convirtió, de forma obligatoria, en un estilo de vida.
En este contexto, el comercio electrónico explota a ritmos sin precedentes. Con un clic, entro a comprar lo que me haga falta para adaptarme a mi ambiente en alguna página o aplicación, y aprovecho las ofertas de las tiendas que buscan sobrevivir con cualquier venta de sus inventarios. Todo de manera electrónica. El mundo no volverá a ser el mismo después de haber encontrado que la casa puede ser un lugar óptimo para estar, después de habernos dado cuenta que nos gusta cocinar, que podemos aprender a cocer, a bordar, o a programar una app. Descubrimos que la casa es un espacio donde puedo recrearme, hacer ejercicio, trabajar, ser el maestro de nuestros hijos, hasta bailar… Y nos preguntamos cuál será nuestro nuevo comportamiento social, nuestro nuevo patrón de compra, hasta el “look” que nos defina en el futuro.
El día después de mañana (si así le podemos llamar), cuando
podamos salir libremente de nuestras casas, ese día nos retará
para buscar nuevas propuestas. Optaremos por tiendas que
nos den la sensación de casa, por ejemplo. Y no me imagino
usando zapatos que no sean cómodos (llevamos ya 3 meses
con los más cómodos puestos). Buscaré en mis prendas poder
agregar un toque personal a mi atuendo. Me conectaré con lo
que sea funcional y evitaré comprar toda esa ropa que saqué
en la última limpieza forzosa del clóset. La misma decoración
de las casas estará en función de que los espacios tengan
luz, que sean prácticos, dinámicos, sustentables, cómodos.
Por supuesto que tendremos fiestas, pero
seremos más selectivos para escoger esa
prenda diferenciadora y para cada ocasión.
Visualizo compras electrónicas de productos
básicos que agreguen valor, suavidad,
flexibilidad, textura y sobre todo, significado.
Si algo nos gustó y nos acomodó, repetiremos
indefinidamente la compra. Nos interesará
más una causa que una marca.
En el futuro podremos hablar de cómo era la
moda “antes del coronavirus”; recordaremos
los tiempos en los que nos probábamos una
y otra vez las diferentes opciones en tienda.
Avanzaremos a una situación en la que
un “bodyscan”, tomado con mi celular, me
permitirá comprar en mis tiendas favoritas
vía Internet. Cada compra alimenta el
algoritmo de mi perfil digital, y cada búsqueda en Google
define más mi estilo y mi comportamiento de compra,
permitiéndole a las marcas mismas sugerirme la ropa que
más me gusta y que mejor me queda. Muy lejos quedarán
las pasarelas, y bienvenidas son las sugerencias de Amazon.
Nos volveremos más fieles a esas marcas que sabrán
decirnos lo que necesitamos oír para vestir mañana como
mejor nos sintamos.
Estas tendencias iban a suceder con o sin coronavirus, pero
esta experiencia ha acelerado esas transformaciones. Hay una
famosa frase que dice “ojalá vivas en tiempos interesantes”.
Con el COVID-19, sin duda esto se está cumpliendo.